1. El muro
JULIO LLAMAZARES
4 FEB 2017 - 00:00
CET
Protestan contra el
muro que Donald Trump quiere levantar entre Estados Unidos y México
gentes de todas las ideologías, de todas las religiones y los
países, incluso aquéllas que ven normal que haya un muro entre
Israel y Palestina o vallas con concertinas en Ceuta y Melilla para
que los desheredados del tercer mundo no nos invadan. Es más,
protestan hasta personas que durante años no han dicho ni mú del
muro que ya existe entre Estados Unidos y México y que han ido
levantando uno tras otro todos los predecesores de Donald Trump en la
Casa Blanca.
¿Qué es lo que ha
cambiado para que entonces no y ahora sí al muro entre Estados
Unidos y México se le califique como de la vergüenza evocando aquél
que durante décadas dividió Europa y al mundo en dos? Sencillamente
las formas del personaje, más propias de un John Wayne vestido de
financiero que de un político homologable con los que estamos
acostumbrados a ver. Si Trump, en lugar de sobreactuar
cinematográficamente, hubiera hecho su muro con discreción como sus
predecesores en la presidencia de Estados Unidos incluido Obama, lo
habría concluido sin que apenas se levantaran voces de protesta,
excepto en México y en los países del sur de América. Porque muros
hay y se siguen haciendo por todo el planeta, desde las vallas del
este de Europa que tratan de parar a los que huyen de los conflictos
de Siria e Irak hasta los que separan países enfrentados como
Ucrania y Rusia o las dos Coreas o, sin necesidad de irnos tan lejos,
entre Gibraltar y La Línea de la Concepción, en el sur de España.
Ello si no consideramos un gran muro, que lo es, ese mar Mediterráneo
en cuya travesía pierden la vida centenares de personas cada año.
Y es que el muro que
divide el mundo en dos es más mental que real y no es preciso
visualizarlo para saber que existe desde hace siglos. Es el muro que
separa a los países ricos de los pobres más que a los de una
ideología u otra, más que a los de una religión u otra, por mucho
que queramos culpar a estas de su existencia. El verdadero motivo que
lleva a Trump a sellar su frontera con México con hormigón, como
otros países hacen con alambradas o vallas con concertinas, no es
proteger a sus poblaciones de potenciales ladrones o terroristas sino
la negativa a repartir su bienestar con los pobres. Lo dijo ya hace
unos años Eduardo Haro Tecglen en este periódico con su sarcasmo
amargo característico: desde que cayó el muro de Berlín ya no hay
ideologías, sólo hay pobres y ricos.
TESIS: La tesis
aparece de forma explícita en el último párrafo. El autor defiende
que los muros y las vallas que se levantan en las fronteras no tienen
una motivación de seguridad, sino que son fruto del egoísmo de los
países ricos. Al estar situada después del cuerpo argumentativo, la
estructura del texto es inductiva.
ARGUMENTOS: Se
combinan argumentos racionales como ejemplificación, analogía,
causa o autoridad, con un argumento basado en valores como el ético.
En general se trata de una argumentación fuerte.
2. ¿Qué pasa?
JUAN JOSÉ MILLÁS
10 FEB 2017 - 00:00
CET
Wislawa Szymborska
dice en un poema genial que la cebolla “es cebolla hasta la
médula”. Y lleva razón. Por más que profundices en ella no
hallarás otra cosa que cebolla. Ni vísceras, ni huesos, ni nervios
ni venas, nada. La cebolla es cebolla desde la periferia hasta el
centro. Significa que lo que pasa por debajo de la cebolla es más
cebolla. No así lo que pasa por debajo de nuestras vidas o de los
acontecimientos históricos que las determinan. Debajo de Jordi Pujol
y familia, por ejemplo, no hay más Jordi Pujol y más familia, hay
otra cosa, aparte del ya famoso 3%. Debajo del juicio a Urdangarin y
Cristina, hay algo más que el juicio a una infanta y su marido.
Debajo del nombramiento de Arsenio Fernández Mesa como consejero de
Red Eléctrica hay algo más que el mero nombramiento. Debajo de la
web, según algunos, hay una web oscura a la que solo acceden unos
pocos. Durante la gala de los Goya, alguien desvalijaba una
habitación situada debajo del escenario (a veces, abajo es arriba).
Vivimos como si por
abajo pasara lo mismo que pasa por arriba, como si todo fuera
cebolla, y nada más lejos de la realidad. Por debajo de los
conflictos de Podemos o del PSOE ocurren cosas que no son Podemos ni
PSOE. Por debajo de las decisiones económicas del Gobierno fluyen
intereses ajenos a la política. Debajo del desasosiego general hay
choques de placas tectónicas sociales. Lo de debajo lo aclaran los
historiadores cuando pasan los años al modo en que los economistas
nos explican las crisis con efectos retroactivos. Pero la historia es
una ciencia muy antigua. Debería ser capaz de trabajar ya en tiempo
real, en vivo y en directo. Debería intentarlo al menos porque jamás
lo hemos necesitado tanto. Dígannos, ¿qué nos pasa?
TESIS: Aparece de
forma explícita en el segundo párrafo, es decir, después de la
mayoría de los argumentos. La estructura es inductiva. Para el
autor, la realidad informativa oculta hechos fundamentales debido a
determinados intereses.
ARGUMENTOS: En todo
el texto destaca la analogía entre la realidad y la cebolla, que se
desarrolla de forma negativa y partiendo de un argumento inicial de
autoridad. El resto de los argumentos son de ejemplificación y de
definición, esto es, fuertes y racionales.
VALERIA LUISELLI
13 MAR 2017 - 00:00 CET
Traducir es trasladar. En el sentido más literal de la palabra, es llevar algo de una lengua a otra. Pero hay muchas más formas de traducción. En el mundo cibernético, dominado por la cultura y la lengua anglosajonas, una forma común de traducción consiste en trasladar las ideologías producidas en las diversas esferas del poder suave estadounidense a otros contextos nacionales y regionales (no necesariamente traduciéndolas a otros idiomas) por medio de la plataforma de Internet.
Buena parte de la producción cibernética actual, en todo el mundo, desde el más sesudo artículo hasta los tuits más necios, traduce, ladrillo por ladrillo, esas ideologías. Nuestros mensajes de texto y participaciones en línea están remachados con los acrónimos: lol, wtf, wya. Nuestros argumentos, engrapados con conceptos prestados. Nuestro humor: el meme. No me declaro libre de culpas. Sólo me pregunto qué tanto nos sirve el aparato ideológico anglosajón como marco exclusivo para pensar y entender el resto del mundo, y qué tanto estamos todos al servicio de él. Me parece que se trata más bien de lo segundo: somos traductores esclavos —sin goce de sueldo— de un gran texto que ni nos incluye ni nos oye. El argumento no es contra la mezcla de lenguas y culturas. No creo en el purismo lingüístico, ni en ninguna otra forma del purismo. Al contrario, creo que en las formas híbridas están las semillas más ricas de cambio y creatividad lingüística. La mezcla y el sincretismo renuevan, dan nueva vida, transforman y reavivan. Pero la forma en que los conceptos del mundo anglosajón permean, por ejemplo, todo el español actual —y sobre todo el español que leemos en Internet— se parece menos a un intercambio de aguas que resulta en un idioma híbrido y más a una lenta y definitiva conquista ideológica.
En su significado original, descrito en El gen egoísta (1976), de Richard Dawkins, un meme es una idea o comportamiento que se reproduce. Un meme, como un gen, pasa de persona a persona y constituye la unidad básica de la “evolución cultural”. Quizá haya que poner un ya basta frente a los grandes memes de la cultura de Internet anglosajona. Desconfiar de cada uno, sí, sólo porque la historia ha demostrado que reproducir ideas sin cuestionarlas puede ser muy peligroso. Decir, a veces: no mamemos (en traducción tenochca); no me mandes fruta (en porteño); free Mamelodi (en sudafricano); fa fa fa far from your meme (en Talking Head). Traducir es trasladar. Pero hay que trasladar con conciencia crítica, ironía, llenos de dudas. La dominación empieza por el lenguaje. Pero la resistencia también.
TESIS: Podemos considerar como tesis de esta columna las dos últimas oraciones, en la que la autora muestra la importancia que tiene el lenguaje en la sociedad actual: el lenguaje sirve como instrumento de manipulación por parte del poder y de quien maneja los medios (en este caso se refiere a la cultura anglosajona en Internet), pero también sirve para rebelarse. La tesis por lo tanto es explícita, y su posición le da al texto una estructura inductiva o sintetizante.
ARGUMENTOS: Para apoyar su tesis, Valeria Luiselli utiliza varios argumentos de definición y de ejemplificación. Hay una analogía (se compara el proceso de intercambio de aguas con la hibridación de lenguas) y un argumento de autoridad con el que se recoge la definición original de "meme", que es una de las palabras clave del texto. Es una argumentación fuerte, racional y objetiva, aunque la autora intercala elementos subjetivos: "No me declaro libre de culpas".
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